lunes, 30 de mayo de 2011

Decisiones


La vida está llena de decisiones, unas pequeñas; otras trascendentales, pero siempre decisiones al fin.

En el supermercado, ¿qué marca de jabón, de cereal?.. Decidimos… Y en la casa; ¿pintura blanca o azul?… Decidimos…

Ahora bien, hay decisiones que marcan nuestra vida para siempre, ¿nos bautizamos?, ¿nos casamos?, ¿tenemos hijos?… Decidimos.. Para bien o para mal, hay que decidir, no podemos ir por la vida como seres sin rumbo. ¿Tomamos la dirección? ¿Derecha o izquierda?, ahora mismo decides si ¿leer esto o no?

De eso se compone nuestra vida, de decisiones, debemos tener tino para tomar las decisiones acertadas, escoger el camino correcto, ¿cual será? No podemos detenernos a pensar, en muchas ocasiones nos toca tomar decisiones apresuradas, que pueden costarnos caro, hasta la vida.

Pero hay que decidir, hay que arriesgarse. La madurez, es una gran aliada; nos ayuda a tomar decisiones y a acertar en ellas, ¿por qué? sencillamente porque tropezamos y aprendimos, así que hasta para decidir, las cosas más sencillas de la vida hay que tener sabiduría, temple, coraje.

Decidan, eso si, cuando se equivoquen admítanlo, sean honestos consigo mismos, eso los ayudará hacia las decisiones del futuro, tomamos una marca de jabón, salió mala, no la compres más, en esencia de eso se nutre nuestra capacidad de decisión.

Por mi parte, he tomado las decisiones grandes, de igual manera tomo a diario las pequeñas, en los momentos requeridos, unas acertadas otras no, pero he decidido. ¿Tú decides?

Emigdio Castillo Aponte

viernes, 20 de mayo de 2011

La autodestrucción ¿Mecanismo de defensa?


Ante tal interrogante me gustaría realizar algunas consideraciones:

A mi juicio, hay personas que para evadir situaciones desfavorables, desastrosas, como: la baja autoestima, la pérdida de un ser querido, la insatisfacción amorosa o hasta conflictos familiares no resueltos, pueden caer en un estado de hastío y de depresión tal que deciden suicidarse.
Ese suicidio no es como lo conocemos, de forma "tradicional", esa manera de irse de este mundo puede ser lenta e inconsciente, pero eso si, sin pausa ni demora.

¿Cómo actúa? La persona adopta una serie de conductas autodestructivas que más temprano que tarde lo llevarán a la muerte. El alcoholismo, uno de los más comunes y aplicados, el cigarrillo, las drogas ilícitas, manejadas como una peligrosa válvula de escape. De igual manera la comida, comiendo en exceso, destruyen su cuerpo, lentamente, es una forma segura de suicidio, quizá adoptando comportamientos peligrosos, que pongan en riesgo su integridad física, la anorexia, dejando de comer también se destruye nuestro cuerpo.

Generalmente vemos personas que convierten su vida en una autentica bomba de tiempo, con un solo y genuino fin, acabar con su vida, esa vida que les cansa, desaparecer esos problemas que lo agobian, esos sentimientos que les persiguen. El mal manejo de situaciones adversas puede llevar a la persona a adoptar alguna o varias de estas conductas, que representarán al corto plazo su propia destrucción.
El remedio eficaz para estas conductas, es el perdón, a quienes nos hicieron daño o a nosotros mismos según sea el caso, la autoaceptación, bajo el entendido de que somos seres humanos, que cometemos errores, pero que siempre podemos y debemos mejorar. Tenemos un destino marcado, tal y como nacemos hay un Dios que decide cuando nos vamos, por mucho que lo intentemos, no será antes de lo que indique nuestra fecha de caducidad.

¿Tienes tú, o alguno de tus seres queridos alguna de estas conductas?

He ahí la solución. Acéptate, tal y como eres.

Emigdio Castillo Aponte.

martes, 3 de mayo de 2011

El otro tú, el otro yo


El otro tú, el otro yo


Cuando estamos solos poseemos la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos, para conversar con nuestro yo interno, ¿cuantas veces no has huido a esa soledad individual? Le huimos porque sabemos que ese "yo" que nos va a acompañar estando solos, es quien conoce nuestros secretos más íntimos, el que nos dice las verdades que no queremos escuchar, que aun a sabiendas de que tiene la razón, no queremos admitirlo.
Ha llegado el momento, para estar solos con nosotros mismos debemos poner en "off" todos los “jugueticos” que forman parte de nuestra vida diaria y nos distraen de ese encuentro con nuestro verdadero ser, el televisor, la radio, el computador, todos absolutamente todos deben estar apagados, cerremos los ojos un momento, sólo un momento, tratemos de centrarnos en el sonido de los arboles meciéndose con la brisa, en el canto de las aves silvestres que se confunden con el ruido de cornetas de vehículos y sirenas de ambulancias muy a lo lejos, en esa urbe a la que pertenecemos sin haber tenido mucha posibilidad de elegirlo.
Estamos solos con nosotros, hay un silencio que aturde, evocamos momentos, aquella señora que necesitaba cruzar la avenida pero íbamos de prisa y no pudimos ayudarla, nos dijimos, ella estará bien, otro la ayudará, el niño en el semáforo limpiando los vidrios, ¿será hijo de quién preguntamos? ¿Cómo un padre deja a su hijo así?, Menos mal que los nuestros están resguardados, pensamos; sin tomar en cuenta que, "quien tiene un hijo tiene todos los hijos del mundo", como sentenció el gran Andrés Eloy Blanco en "Los hijos infinitos".
El otro "tú" el otro "yo", pregunta, ¿Has obrado bien? ¿Eres bueno? ¿Que persigues en esta vida? ¡nos aterroriza! necesitamos trabajar, escuchar música, ver un programa en la TV que nos espante a ese "yo" fastidioso, siempre preguntando cosas raras, a fin de cuentas, afortunadamente para nosotros, aparece pocas veces, para tu alivio, hay muchas distracciones que te alejan de ese "tú criticón".
Mi consejo, humilde, honesto, acércate a ese otro "tu", escúchalo, él es más sabio que tu, tiene mucho tiempo para reflexionar, no vive apurado como tú, él siempre tiene tiempo para los demás, es bueno, sincero y te quiere. Ese otro tú es tu conciencia. Apóyalo, entiéndelo, déjate aconsejar por él.



Emigdio Castillo Aponte