sábado, 14 de junio de 2014

María




En los primeros días de algún octubre me encontré por primera vez con María. Les confieso que para mí no fue gran cosa aquel primer encuentro, no sabía yo que la bella María cambiaría mi vida completamente. María es una mujer común y corriente, nada del otro mundo, eso sí, tiene un corazón inmenso. Cabello negro, piel canela y una sonrisa que ilumina. El amor por aquella dama, me acompañaría durante todos mis días en esta tierra. Sé que será así por siempre. 
Les tengo que confesar que fue María quien me enseñó el valor del respeto, con María conocí la solidaridad. Ella nació en mayo, el mes de las flores. Eso es ella para mí, una flor. A estas alturas muchos de ustedes se preguntarán por qué les cuento de mi María, es que cada uno de ustedes tiene su María, ya me entenderán. A ella al principio la veía muy alta, inmensa diría yo. En mis momentos de temor o confusión siempre tuve su apoyo. De ella aprendí a querer esta tierra, escuché mi golpe tocuyano o las baladas de siempre. 
Recuerdo los largos paseos por nuestro Parque Ayacucho. Viaje mucho con ella, visitamos familiares suyos por toda Venezuela, estando a su lado todo era una hermosa aventura. En mis momentos de dificultad, su apoyo era y es incondicional. No podía ser de otra manera. Tan pronto nos conocimos ella volcó todo su amor en mí. Paseamos por El Obelisco, fuimos al cine Imperio, de una  visita a ese teatro recuerdo a los caballeros lanzando piropos a mi María, es que era tan bella que yo sentía que enfurecía de celos. 
Fue pasando el tiempo y siempre mi amada mujer me ha acompañado en lo que he emprendido, su amor hacia mí ha sido incondicional,  les confieso que a veces me siento culpable porque siento que no lo retribuyo lo suficiente. María ha envejecido, hoy sus cabellos blancos indican que los años no pasan en vano. Los años le han cambiado físicamente, ya no tiene el vigor de otros tiempos. Ya no la veo tan alta como antes, creo me he vuelto más grande que ella. Todo ha cambiado bastante, pero esta preciosa mujer sigue teniendo su gran corazón. 
Cada uno de ustedes tiene su María,  Jesús de Nazareth tuvo la suya. Pero ella puede tener muchos nombres, como por ejemplo: Dioselina, Mariella, Blanca, Annedy, Gladys, Frandys, Rosa -la de mi papá-, cualquiera que sea el nombre de tu amor, quiérela, cuídala, bésala, abrázala, ámala. Ya debes haber notado que María, el amor de mi vida, es mi mamá. Feliz día a ella y a todas las madres de Venezuela y el mundo. Gracias por existir. Te amo.