jueves, 19 de marzo de 2015



¿Para qué estoy en la tierra?

Muchas veces como orientador universitario me ha tocado canalizar esta pregunta ante un joven estudiante.  Déjeme decirle que si usted se ha hecho esta pregunta alguna o varias veces en su vida, no está loco; al contrario, va por buen camino. Muchas personas se asustan ante este tipo de interrogantes de vida, piensan que es muy compleja. Muchas otras –la mayoría- , nunca o pocas veces se lo ha preguntado. 
El autor Rick Warren -pastor evangélico- en su obra “Una Vida con Propósito”, plantea la búsqueda de esta misión en términos muy sencillos y prácticos, siempre de la mano de las enseñanzas de  Jesús de Nazareth. Ahora bien, estimado lector, tratemos de abordar este tema sin prejuicios religiosos, particularmente nací, me crié y vivo bajo los preceptos católicos, pero eso no me impide entender que si creo en Dios, en un ser supremo, debe ser de todos y para todos.
“Dios no tiene religión” afirmó una vez ese gran Maestro como lo fue y sigue siendo Mahatma Ghandi. De tal modo que el tema del que les escribo, es válido para todas las personas, incluso para los que se dicen ateos.  Entender el propósito de nuestra vida nos va a ayudar a vivir mejor, a querer más al prójimo, a querernos y cuidarnos. ¿Cuál creen ustedes que pueda ser la misión de vida de un médico? ¿De un abogado? O ¿del valioso chofer de busetas? Cada uno ha venido a la tierra a aportar algo, cada quien en su ámbito, en su área de competencia.
No podemos ser buenos en todo, habrá algo –o muchas cosas- que no nos salga bien. En mi caso particular, nunca se me han dado las matemáticas, sin embargo hice el esfuerzo y salí de ellas cuando fue necesario. Las personas nos complementamos, muchos de los que me leen deben ser grandes matemáticos, otros serán buenos mecánicos, algunos otros grandes oradores. ¿Qué nos diferencia? Nada. Somos iguales ante Dios y ante los hombres. La única diferencia marcada va a ser el cariño que le pongamos a lo que hacemos.
Todo lo que hagamos para ayudar al prójimo es justo y va enmarcado en nuestra misión de vida. Hay algunas grandes líneas bajo las que debemos regirnos, esas líneas están enmarcadas en los valores morales: la responsabilidad, la honestidad, la sinceridad o el amor que es un sentimiento. Todo lo que hagamos con amor y dentro de la moral ciudadana será parte de nuestra misión de vida y con ellos agradaremos al Señor, nuestro Dios.
Amigo lector, Dios le seleccionó para ser el mejor carpintero, panadero, pescador, cocinero, tallador, barrendero, basurero, frutero, verdulero, confitero, jardinero, herrero, electricista, vendedor, plomero, lavaplatos, encuadernador, salvavidas, telefonista, chofer, colector, maquinista, mecánico, iluminador, peluquero, hojalatero, taquillero, kiosquero, bicicletero, portero, costurera, heladero, pizzero, mesonero, modista, camarera, o niñera del mundo.
Quizás el mejor médico, abogado, arquitecto, ingeniero, químico, profesor, maestro, farmacéutico, biólogo, astrónomo, cardiólogo, veterinario, radiólogo, traumatólogo, pediatra,  juez, fiscal, piloto de avión, patólogo geógrafo, astronauta, físico, arqueólogo, antropólogo, artista, escultor, actor, secretaria ejecutiva, director de orquesta, músico, periodista, locutor, orfebre, nutricionista, gimnasta, geólogo, agrónomo, topógrafo, pianista, violinista, tenor, barítono, soprano, director de cine, gerente, contador o administrador de empresas sobre la faz de la tierra.
Sólo resta que usted haga su parte. Que Dios les bendiga. Amén