martes, 25 de julio de 2023




 DELINCUENTES VENEZOLANOS EN CHILE

 

 

 

     Todos hemos podido ver con mucha preocupación como la delincuencia en Santiago y en general en todo Chile ha ido en ascenso. Lamentablemente, de esos delincuentes muchos son venezolanos. Es indescriptible la vergüenza que la inmensa mayoría de mis compatriotas, entre los que me incluyo, siente cada vez que se puede observar alguna noticia en este sentido.

     Particularmente llegué a este hermoso país que he hecho como propio, a principios del año 2018. Yo arribé a Chile con mi hijo menor que en ese entonces tenía dieciocho años, en Barquisimeto que es mi ciudad, habían quedado mi esposa y mi hijo mayor que para ese momento tendría veinticinco años. Nueve meses me separaron de ellos, quienes habían quedado en nuestro país, vendiendo las pocas cosas que nos quedaban en nuestra casa, para poder terminar de costear los gastos de pasajes y otros.

      Llegué a Chile dejando atrás a mi madre, que aún vive allá, con mis hermanos. Soy Licenciado en Educación y ejercí por más de quince años en la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, donde comencé como oficinista y posterior a mis estudios pude realizar concurso de credenciales y opté al cargo de Docente. La situación económica, política y social de Venezuela me hicieron comenzar a contemplar la posibilidad de emigrar, y el lugar escogido fue Chile, por ser un país con buenas oportunidades, el mejor en ese tiempo en América Latina.

      Siento que los venezolanos no somos migrantes en el estricto sentido de la palabra, ya que un migrante es alguien que le gusta la aventura y en consecuencia se mueve de su zona de confort, en busca de las aventuras que su personalidad le exige. En mi caso es diferente, jamás hubiese imaginado hace algunos años atrás, vivir en otro país que no fuera el mío, es por lo que me siento más un REFUGIADO que un migrante.

     Recién llegado quise explorar para ejercer mi carrera, cosa que se me ha hecho muy difícil, ya que toda mi experiencia educativa, la desarrollé en educación universitaria, más allá de que por mi profesión estoy capacitado para ejercer la educación general básica. Antes de emigrar pude realizar estudios de cuarto nivel en Educación Abierta y a Distancia, con especialidad en Entornos Virtuales de aprendizaje. Maestría que no culminé por los mismos motivos descritos anteriormente, quedando solo pendiente mi trabajo de grado.

     Ante la dificultad para ejercer mi carrera, por convalidación de mi titulo que no he hecho, pero que pretendo hacer en un futuro cercano, y por no cumplir en ese momento con los requisitos exigidos, entre los que estaban la visa de residencia y otros, tuve que desempeñarme en otras áreas que no eran mi especialidad.

     Estuve mis primeros cuatro meses sin empleo, caminando por muchos lugares entregando CV, posteriormente obtuve un trabajo como guardia de seguridad, oficio que, aunque desconocía me atreví a desempeñar. Allí estuve en diferentes funciones como nochero en varias empresas, luego como conserje y más adelante en funciones de operador de CCTV, oficio que ejerzo con mucha dignidad en la actualidad en la que poseo mi residencia definitiva y con la que aspiro prontamente a convertirme en ciudadano de esta noble nación.

      Con esta introducción sobre mi persona, pretendo opinar sobre el título de mi publicación. Para la gente decente de mi país que somos la gran mayoría, se hace inconcebible entender que haya personas que recorran alrededor de cinco mil kilómetros, muchos a pie, solo para venir a delinquir, es inaceptable, y espero que las autoridades ejerzan todas las herramientas que la ley contempla, para castigar y expulsar a los que no están haciendo bien las cosas, para que paren de hacernos quedar mal parados a miles y miles que venimos a trabajar y esforzarnos.

      Por mi parte y en compañía de mi esposa y mis dos hijos, me comprometo a seguir aportando y continuar llevando en alto el gentilicio venezolano, que es mucho más que los que andan delinquiendo y que en ningún modo nos representan. Seguiré festejando cada 18 de septiembre, y disfrutando de las deliciosas sopaipillas y completos. GRACIAS CHILE. Gracias chilenos.  “Y VERÁS COMO QUIEREN EN CHILE AL AMIGO CUANDO ES FORASTERO”

sábado, 21 de mayo de 2022

El Verdadero Valor del Anillo

 


El verdadero valor del anillo:


Cuento del poeta argentino Jorge Bucay:


Érase una vez un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda.


-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo ganas de hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?


El maestro, sin mirarlo, le dijo: «Cuánto lo siento, muchacho. No puedo ayudarte, ya que debo resolver primero mi propio problema. Quizá después…». Y, haciendo una pausa, agregó: «Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar».


-E… encantado, maestro -titubeó el joven, sintiendo que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergados.


-Bien -continuó el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y, dándoselo al muchacho, añadió-: Toma el caballo que está ahí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, y no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algo de interés hasta que el joven decía lo que pedía por él.


Cuando el muchacho mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le giraban la cara y tan sólo un anciano fue lo bastante amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado valiosa como para entregarla a cambio de un anillo. Con afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un recipiente de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.


Después de ofrecer la joya a todas las personas que se cruzaron con él en el mercado, que fueron más de cien, y abatido por su fracaso, montó en su caballo y regresó.


Cuánto hubiera deseado el joven tener una moneda de oro para entregársela al maestro y liberarlo de su preocupación, para poder recibir al fin su consejo y ayuda.


Entró en la habitación.


– Maestro -dijo-, lo siento. No es posible conseguir lo que me pides. Quizás hubiera podido conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.


– Eso que has dicho es muy importante, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos conocer primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar tu caballo y ve a ver al joyero. ¿Quién mejor que él puede saberlo? Dile que desearías vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca: no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.


El joven volvió a cabalgar.


El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo al chico:


– Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya mismo, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo.


– ¿Cincuenta y ocho monedas? -exclamó el joven.


– Sí -replicó el joyero. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente…


El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.


– Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?


Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda.

jueves, 20 de octubre de 2016

Ética para Amador (Resumen)


Fernando Savater, nos propone que durante todo su libro nos hablara de su vida y de nuestra vida, o si lo preferimos de lo que el hace y nosotros estamos empezando a hacer. Pues bien, el autor Fernando Savater escribe el libro para brindarle los principios básicos de la ética, a su hijo, su forma de pensar sobre varios temas. (Savater, 1996, prólogo).
CAPITULO I
De qué va la Ética
En el capitulo I nos pretende enseñar que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay mas remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que ignoramos. (Savater, 1996, 15).
Nos habla que ciertas cosas nos convienen y otras no. Y el se refiere a ciertas cosas que no nos conviene si queremos seguir viviendo. Él llama a las cosas que nos convienen "buenas" porque nos sienten bien, y a las que nos sientan mal las llamamos "malo". Saber lo que nos conviene es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir. También nos habla que hay algunas cosas que pareciéndonos buenas pueden ser muy perjudiciales para nosotros. (Savater, 1996, 16)
Durante todo el libro ejemplifica sus definiciones o sus opiniones, y en el capitulo I nos habla sobre las hormigas blancas (tema muy entretenido), que levantan su hormiguero varios metros de largo y duros como la piedra. (Savater, 1996, 18) El hormiguero les sirve de caparazón contra ciertas hormigas mejor que ellas. Cuando un hormiguero se derrumba las termitas-obrero se ponen a hacer de nuevo el hormiguero, las termitas-soldado defienden a la tribu, y cierran el hormiguero con ellas afuera, dando su vida por la tribu. Los hombres tenemos diferentes formas de pensar y por lo tanto el criterio de lo bueno y lo malo no puede nunca llegar a ser el mismo para todo el mundo. Nos pone varios ejemplos de la libertad de los hombres, como por ejemplo en la Ilíada, donde Homero Simpson cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de Troya que espera firme a Aquiles, éste más fuerte que Héctor y probablemente va a matarle. Pero Héctor lo hace por su deber, que consiste en defender a su familia. (Savater, 1996,19). El hombre a diferencia de los animales es un ser racional al que se le da la opción de elegir y por lo tanto de equivocarse. Un animal tiene una vida programada por la naturaleza, y no tiene más remedio que cumplirla. En cambio los hombres nacemos libres, tenemos una vida por delante que debemos construir nosotros mismos. (Savater, 1996, 20).
No podemos ser libres de elegir lo que nos pasa, si no libres de responder a lo que nos pasa de tal o a cual modo. Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo libertad que la omnipotencia. (Savater, 1996, 22) Por ello cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podemos obtener de nuestra libertad. (Savater, 1996, 23). También es verdad que el medio en el que nos desarrollamos tiene mucha influencia en nuestra vida y en lo que consideramos bueno y malo. (Savater, 1996, 25)
CAPITULO II
Órdenes, Costumbres, y Caprichos
Las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos elegido: vamos, que hay ocasiones que elegimos aunque preferiríamos no tener que elegir. El primer filósofo que se ocupo de esto fue, Aristóteles. (Savater, 1996, 27). Por lo general uno se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer. La mayoría de nuestros actos los hacemos casi automáticamente, sin darle demasiadas vueltas al asunto.
Otro ejemplo más, te despiertas y apagas la alarma, te quedas otro ratito más, te levantas por que le autobús no espera, te duchas, (Savater, 1996, 29) has ido dando patadas a una lata vacía. No creo que cada uno de esos actos los hayas realizado tras angustiosas meditaciones: "¿me levanto? o ¿no me levanto? no se parecen a las del pobre capitán del barco, tratando de decidir si tirar la carga o no. Has actuado de manera casi intuitiva, sin plantearte muchos problemas. A veces darle demasiadas vueltas a lo que uno va a hacer nos paraliza. Después Savater explica la siguiente pregunta: ¿por qué he hecho lo que hice? Nuestras acciones debemos decidirlas nosotros. Lo que hacemos cada día, en cambio, pueden llegar a ser costumbres que ya realizamos sin pensarlas, por ejemplo él lavarnos o él peinarnos. (Savater, 1996, 30). Motivo es la razón que tienes o al menos crees tener para hacer algo. Uno de los tipos de motivación que reconoces es el de que yo te mando que hagas tal o cual cosa, a estos motivos se le llaman "ordenes". Al motivo que sueles hacer siempre y lo repites casi sin pensar se llama "costumbres". El motivo que parece ser la ausencia del motivo se le llama "caprichos". Los "funcionales" introducen aquellos gestos que haces como puro y directo instrumento para conseguir algo. (Savater, 1996, 31). Cada unos de los motivos inclina tu conducta en una dirección u otra, explica más o menos tu preferencia por hacer lo que haces frente a las otras muchas cosas que podrías hacer. La pregunta para plantear sobre ellos es ¿de que modo y con cuanta fuerza te obliga actuar cada uno? Por que no todos tienen el mismo peso en cada ocasión. A la hora de hacer las cosas, las hacemos por varios motivos:
-Por ordenes: esperando o un castigo o una recompensa.
-Por costumbre: por que es algo que estas habituado a hacer y ya haces sin pensarlo.
-Por capricho: por que es algo que nos apetece hacer. (Savater, 1996, 32).
Esta claro que la mayoría de las cosas que hacemos las hacemos por capricho, pero, hay que tener claro que no todo se guía por lo que nosotros queremos o no queremos hacer, también hay otras personas que quieren hacer cosas tan diferentes a las nuestras, que hasta las pueden ver mal, y por ello existen las órdenes, para que nos marque la libertad y haga la vida mas feliz a todos.(Savater, 1996, 35).
Aunque el autor nos dice que no podemos hacer lo que queramos creo que si lo podemos hacer pero el acto realizado puede traer consecuencias no muy agradables, pero también es cierto que de cierta manera tenemos una libertad un poco limitada ya que hay cosas que nos suceden y que no son producto del actuar de otra persona, que no nos benefician, sino que nos perjudican en algo, o simplemente son cosas en las que no podemos tomar parte alguna. Cuando nos plantea la voluntad, creo que es algo muy parecido a lo que he estado mencionando anteriormente ya que aunque si existen diferencias, esta nos va a llevar a realizar una actividad de bien o mal; con todo esto en conjunto y llevándolo por el buen camino, desde mi punto de vista después de haber visto la reflexión del autor, creo que no va a crear lo que para nosotros podría ser la felicidad. (Savater, 1996, 35).
CAPITULO III
Haz lo que Quieras
La mayoría de las cosas las hacemos porque nos las mandan, porque son un medio al ridículo, censura, chismorreo, deseo de aceptación en un grupo, o sencillamente por que nos da la ventolera o el capricho de hacerlas así, sin más ni más. Cuando uno tiene que salir a exponer el pellejo junto a las murallas de Troya desafiando el ataque de Aquiles, como hizo Héctor, o cuando hay que decidir entre tirar al mar la carga para salvar a la tripulación o tirar unos cuantos de la tripulación para salvar la carga (Savater, 1996, 38).
Libertad, es el asunto que se ocupa propiamente la ética, libertad es poder de decir "si" o "no", digan lo que digan esto es lo que me conviene y es lo que quiero, aquello no me conviene por lo tanto no lo quiero. Libertad es decidir pero también no olvides darte cuenta de lo que estas decidiendo. Lo más opuesto de dejarse llevar, como podrás comprender. Y para no dejarte llevar no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer, aunque te duela la cabeza.
¿Por qué hago esto? lo hago por que me mandan, por que es costumbre hacerlo, por que me da la gana. Lo bueno o lo malo referente a lo que preferimos hacer son términos muy confusos. "Bueno": es lo que consideramos que nos hace bien. "Malo": es lo que consideramos que nos puede perjudicar. (Savater, 1996, 38). "Lo hago por que me lo mandan" ¿por miedo al castigo? ¿Por esperanza de un premio. Lo mismo sucede con las "costumbres" ¿Por qué diablos tengo que hacer lo que suele hacerse? Ni que fuera esclavo de quienes me rodean. Y cuando me interrogo por segunda vez sobre mis "caprichos", el resultado es el mismo. Muchas veces tengo ganas de hacer cosas que enseguida se vuelven contra mí, de las que me arrepiento luego.
En resumidas cuentas: puede haber órdenes, costumbres y caprichos que sean motivos adecuados para obrar, pero en otros casos no tiene que ser así. Las órdenes y las costumbres tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera, que se te imponen sin pedirte permiso. En cambio, los caprichos te salen de dentro, brotan espontáneamente sin que nadie te los mande ni a nadie en principio creas imitarlos. Yo supongo que si te pregunto que cuándo te sientes más libre, al cumplir órdenes, al seguir la costumbre o al hacer tu capricho, me dirás que eres más libre al hacer tu capricho, porque es una cosa más tuya y que no depende de nadie más que de ti. Claro que vete a saber: a lo mejor también el llamado capricho te apetece porque se lo imitas a alguien o quizá brota de una orden pero al revés, por ganas de llevar la contraria, unas ganas que no se te hubieran despertado a ti solo sin el mandato previo que desobedeces. (Savater, 1996, 40).
La palabra "moral" etimológicamente, tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente es lo que significa la voz latina mores, y también con las ordenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan así "debes hacer tal cosa" "ni se te ocurra hacer tal otra cosa".
Moral es le conjunto de compartimentos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como validos; Ética es la reflexión sobre por qué los consideramos validos y la comparación con otras morales que tienen personas deferentes. (Savater, 1996, 41). ¿Cuándo un hombre es bueno? No lo sabemos ni lo sabrá nadie jamás. Para cada persona el hombre bueno es el que realiza unas acciones que a él le benefician o que piensa de su misma manera. Para saber si un hombre es totalmente bueno o totalmente malo deberíamos estar dentro de él cada vez que este realiza una acción. (Savater, 1996, 43). ¡¡¡Haz lo que quieras!!!
CAPITULO IV
Date la Buena Vida
Savater plantea un lema fundamental para la ética "haz lo que quieras", y dice que hay que dejarse de ordenes y costumbres, de premios y castigos. No le preguntes a nadie que es lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a ti mismo. (Savater, 1996, 49). Pero resulta que en ocasiones importantes o cuando nos tomamos lo que vamos a hacer verdaderamente en serio, todas estas motivaciones corrientes resultan insatisfactorias: vamos, que saben a poco, como suele decirse. (Savater, 1996, 50).
La buena vida humana es buena vida entre humanos, o de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana. Las cosas pueden ser bonitas y útiles, los animales resultan simpáticos, pero los hombres lo que queremos ser es humanos, no herramientas ni bichos. Y queremos ser tratados como humanos, por que eso de la humanidad depende en buena medida de lo que los unos hacemos con otros. La buena vida humana es "la vida entre seres humanos". Los hombres somos humanos y queremos ser tratados como tales por eso "DARSE LA BUENA VIDA" no debe ser muy diferente a" DAR LA BUENA VIDA". El mundo en le que vivimos los humanos es un mundo lingüístico, una realidad de símbolos y leyes sin la cual no solo seriamos incapaces de comunicarnos si no también de captar la significación que nos rodea. (Savater, 1996, 55).
En esta parte del libro se nos plantea el aspecto económico el cual creo que esta en todas partes, problemas de la sociedad que creo que es la que nos esta comiendo a partir de la gran variedad de problemas que surgen por este. Para lo anterior esta el comerciante Kane, que a pesar de tener mucho dinero y poder no era feliz debido a que para conseguir lo que tenia, había tenido que crearse una gran cantidad de enemistades, las cuales no le podían proporcionar el cariño necesario para ser feliz, cariño que no puede proporcionar ningún ser vivo a excepción del humano. (Savater, 1996, 56).
CAPITULO V
¡Despierta, Baby!
Tanto Esaú como Kane estaban convencidos de hacer lo que querían, pero ninguno de ellos parece que consiguió darse buena vida. Lo que queremos es darnos la buena vida pero no lo esta tanto en que consiste eso de la buena vida. Y es que querer la buena vida no es un querer cualquiera. (Savater, 1996, 60). El hacer lo que verdaderamente nos hace bien, no es que queramos lo que nos apetece en el momento si no que debemos querer lo que sabemos que, a la larga, nos hará. En esta vida todo son complicaciones y quien busca las simplicidades nunca llega a ser nada por sí mismo. Cuando estamos obsesionados por las cosas materiales nos perdemos y no nos damos cuenta que lo que de verdad en esta vida nos hace falta es lo que las personas nos pueden dar.
Cuando tratamos a los demás como cosas, a la manera en que lo hacia Kane, lo que recibimos de ellos son también cosas. Pero de este modo nunca nos darán esos dones mas sutiles que solo las personas pueden dar, no conseguiremos amistad, ni respeto, amor. Kane se le olvido este pequeño detalle y de pronto se dio cuenta de que tenía de todo salvo lo que nadie más que otra persona puede dar: aprecio sincero o cariño. (Savater, 1996, 63). La verdad es que las cosas que tenemos nos tienen ellas también a nosotros en contrapartida: lo que poseemos nos posee. Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo... o sea que más vale tener cuidado con no pasarse.
La mayor complejidad de la vida es precisamente ésa, que las personas no son cosas. Al principio no encontró dificultades: las cosas se compran y se venden. Las cosas Se usan mientras sirven y luego se tiran.
La ética lo que intenta es averiguar en que consiste en el fondo, mas allá de lo que vemos en los anuncios de la tele, esa dichosa buena vida que nos gustaría pegarnos. A las cosas hay que manejarlas como cosas, y a las personas hay que tratarlas como personas, de este modo las cosas nos ayudaran en muchos aspectos y las personas en uno fundamental, que ninguna cosa puede suplir el de ser humanos. A lo mejor ser humanos no es cosa importante porque queramos o no ya lo somos sin remedio... ¡Pero se puede ser humano-cosa o humano-humano, humano simplemente preocupado en ganarse las cosas de la vida, todas las cosas, cuanto más cosas, mejor y humano dedicado a disfrutar de la humanidad vivida entre personas! Por favor, no te rebajes; deja las rebajas para los grandes almacenes, que es lo suyo (Savater, 1996, 65). Yo creo que la primera e indispensable condición ética es la de estar decididos a vivir de cualquier modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después vayamos a morirnos. Cuando se habla de «moral» la gente suele referirse a esas órdenes y costumbres que suelen respetarse por lo menos aparentemente y a veces sin saber muy bien por qué. Pero quizá el verdadero intríngulis no esté en someterse a un código o en llevar la contraria a lo establecido sino en intentar comprender, por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no, comprender de qué va la vida y qué es lo que puede hacerla «buena» para nosotros los humanos. Ante todo, nada de contentarse con ser tenido por bueno, con quedar bien ante los demás, con que nos den aprobado. Pero el esfuerzo de tomar la decisión tiene que hacerlo cada cual en solitario: nadie puede ser libre por ti (Savater, 1996, 66). Lo indispensable para darse" la buena vida" es sentirnos bien con nosotros mismos que es de la única manera de que los demás nos vean bien.
CAPITULO VI
Aparece Pepito Grillo
¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida? Pues no ser imbéciles. La palabra «imbécil» es más sustanciosa de lo que parece, no te vayas a creer. Viene del latín báculos que significa «bastón»: el imbécil es el que necesita bastón para caminar. Tipos de imbéciles:
a) El que cree que no quiere nada, el que dice que todo le da igual, el que vive en un perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.
b) El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se le presenta: marcharse y quedarse, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez. (Savater, 1996, 69).
c) El que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, todo lo que hace está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
d) El que sabe que quiere y sabe lo que quiere y, más o menos, sabe por qué lo quiere pero lo quiere flojito, con miedo o con poca fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se encuentra más entonado.
e) El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello que va a hacerle polvo.
Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. Pero la conciencia no es algo que le toque a uno en una tómbola ni que nos caiga del cielo. Por supuesto, hay que reconocer que ciertas personas tienen desde pequeñas mejor «oído» ético que otras y un «buen gusto» moral espontáneo, pero este, «oído» y ese «buen gusto» pueden afirmarse y desarrollarse con la práctica. (Savater, 1996, 71). Lo contrario de ser imbécil es tener conciencia, que no es algo que tengan solo unos pocos, si no que se desarrolla si uno quiere. La conciencia consiste fundamentalmente en lo siguiente:
a) Saber que no todo da igual.
b) Darnos cuenta de que lo que hacemos verdaderamente nos conviene.
c) Saber que como un acto reflejo debemos rechazar lo que sabemos que no nos hace bien.
d) Que no escondamos los malos resultados de nuestros actos bajo los pretextos de que estábamos coaccionados por alguien o por algo. (Savater, 1996, 72).
Lo que consideramos que es malo es lo que no nos deja darnos la buena vida y para conseguirlo debemos ser egoístas y querer lo mejor para uno mismo.
Hay que saber lo que uno quiere y sentirse bien con sigo mismo. El remordimiento lo tenemos cuando nos damos cuenta de que hemos hecho algo mal, pero cuando nos damos cuenta nosotros, no si alguien nos dice que hemos obrado mal. Ese es el verdadero castigo. "Egoísmo" a quien solo piensa en si mismo y no se preocupa por los demás, hasta el punto de fastidiarles tranquilamente si con ello obtiene algún beneficio. (Savater, 1996, 73).
Como somos libres podemos equivocarnos y por eso tenemos remordimientos, porque nos damos cuenta de que hemos sido nosotros los que hemos hecho algo en contra de lo que verdaderamente queríamos hacer. (Savater, 1996, 76)."Remordimiento" no es mas que el descontento que sentimos con nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad, es decir, cuando la hemos utilizado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos. (Savater, 1996, 78). Contra el remordimiento lo que debemos hacer es ser responsables, y si no pensar antes lo que vamos a hacer y las consecuencias que nos puede traer, y lo que es más importante saber aceptar las consecuencias. Hay que saber también que las decisiones tomamos ahora van formando nuestro interior y nuestro futuro día a día. (Savater, 1996, 80).
CAPITULO VII
Ponte en su Lugar
En este capitulo, Savater nos explica le ética con un ejemplo muy peculiar, sobre la historia de Robinson Crusoe, personaje que vive solo en una isla y que al ya estar bien establecido en ella, encuentra que no esta solo, hablando de que encontró pruebas para poder decir que hay otros humanos en la isla, lo cual le causa un problema, el cual esta lleno de dudas sobre lo que tendrá que hacer. La ética no se ocupa de cómo alimentarse mejor o de cuál es la manera más recomendable de protegerse del frío ni de qué hay que hacer para vadear un río sin ahogarse, cuestiones todas ellas sin duda muy importantes para sobrevivir en determinadas circunstancias; lo que a la ética le interesa, lo que constituye su especialidad, es cómo vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos. Si uno no sabe cómo arreglárselas para sobrevivir en los peligros naturales, pierde la vida, lo cual sin duda es un fastidio grande; pero si uno no tiene ni idea de ética, lo que pierde o malgasta es lo humano de su vida y eso no tiene ninguna gracia. Se debe tratar a las demás personas, como queremos que nos traten a nosotros, es lo que le interesa a la ética. (Savater, 1996, 85).
Al levantarte hoy, piensa que a lo largo del día te encontraras con algún mentiroso, con algún ladrón, con algún adultero, o con algún asesino. Y recuerda que has de tratarles como a hombres, por que son tan humanos como tú y por tanto te resultan tan impresendibles como la mandíbula inferior lo es para la superior. Hay que tener claro que a los hombres que no consideramos buenos los debemos mantener a distancia, pero también debemos tener en cuenta que son humanos y aunque nosotros los consideremos malos, pueden darnos humanidad. Es lo que nos trata de explicar Savater en este capitulo. (Savater, 1996, 87). Es muy cierto que a los hombres debo tratarlos con cuidado, por si acaso. Pero ese «cuidado» no puede consistir ante todo en recelo o malicia, sino en el miramiento que se tiene al manejar las cosas frágiles, las cosas más frágiles de todas... porque no son simples cosas. Si hacemos el mal a los demás nos lo hacemos también a nosotros mismos porque ese mal nos va a ser devuelto, tarde o temprano. Antes de hacer algo a alguien debemos ponernos en su lugar y ver como nos afectaría, a eso se le llama humanidad (Savater, 1996, 88).
Los malos, es decir los que tratan a los demás humanos como a enemigos en lugar de procurar su amistad. Como en la película Frankenstein, donde se dice que "Soy malo porque soy desgraciado" En este otro ejemplo establece que el ser malo no es un factor de estar viviendo una buena vida ya que la persona que es mala a su vez es desgraciada, esto por diferentes motivos, desde luego si vamos dando enemistad no vamos a recibir amistad y lo mejor es ser bueno que unirse con los malos (Savater, 1996, 90).
¿En qué consiste tratar a las personas como a personas, es decir, humanamente? Respuesta: consiste en que intentes ponerte en su lugar. Reconocer a alguien como semejante implica sobre todo la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por un momento su propio punto de vista. A fin de cuentas, siempre que hablamos con alguien lo que hacemos es establecer un terreno en el que quien ahora es «yo» sabe que se convertirá en «tú» y viceversa. Al tener que seguir tratando a estas personas como humanos, tenemos que ponernos en su lugar, pienso yo que esto es para poder comprender el porque esta clase de personas actúan así, viendo que también tienen sus intereses, objetivos y el que tienen que tomar decisiones a partir de lo anterior, como para establecer que es lo que la demás gente debe de esperar de esta clase de personas (Savater, 1996, 92). Ponerse en el lugar de otro es algo más que el comienzo de toda comunicación simbólica con él: se trata de tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan, hay que comprender sus razones. A que alguien intente ponerse en su lugar y comprender lo que hace y lo que siente. Aunque sea para condenarle en nombre de leyes que toda sociedad debe admitir. En una palabra, ponerte en el lugar de otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real como a ti mismo. Es lo que ocurrió con el ciudadano Kane o Gloucester, que se tomaron la vida tan enserio que actuaron como si los demás no fuesen de verdad (Savater, 1996, 93). Interés viene del latín inter ese, lo que esta entre varios, lo que pone en relación a varios, ósea que nuestro interés no es el nuestro exclusivamente, si no de otras personas, que consideramos nosotros algo bueno. (Savater, 1996, 94). La vida es demasiado compleja y sutil, las personas somos demasiado distintas, las situaciones son demasiado variadas, a menudo demasiado íntimas, como para que todo quepa en los libros de jurisprudencia. Lo mismo que nadie puede ser libre en tu lugar, también es cierto que nadie puede ser justo por ti si tú no te das cuenta de que debes serlo para vivir bien. Debemos saber que es lo que las demás personas quieren, para saber dárselo, y recibir un poco de esa cosa que dimos. (Savater, 1996, 96).
CAPITULO VIII
Tanto Gusto
En este capitulo, el autor cambia todos los temas vistos anteriormente por la inmadurez de realizar lo que se establece y supone que todos debemos hacer para poder convivir en la sociedad en la que tenemos que desarrollarnos, esto el autor lo define como inmoralidad.
Cuando la gente habla de «moral» y sobre todo de «inmoralidad», el ochenta por ciento de las veces el sermón trata de algo referente al sexo. Tanto que algunos creen que la moral se dedica ante todo a juzgar lo que la gente hace con sus genitales. En el sexo, de por sí, no hay nada más «inmoral» que en la comida o en los paseos por el campo; claro que alguien puede comportarse inmoralmente en el sexo (utilizándolo para hacer daño a otra persona, por ejemplo), lo mismo que hay quien se come el bocadillo del vecino o aprovecha sus paseos para planear atentados terroristas. Y por supuesto, como la relación sexual puede llegar a establecer vínculos muy poderosos y complicaciones afectivas muy delicadas entre la gente, es lógico que se consideren especialmente los miramientos debidos a los semejantes en tales casos. El que de veras esta «malo» es quien cree que hay algo de malo en disfrutar... Inmadurez es el que típicamente se establece como el sexo que aparece en películas, forma de utilizar el concepto que es incorrecta ya que se a ido creando en las personas que su objeto es el anteriormente dicho, pero la inmoral dentro del mismo tema (sexo) podría establecerse como tal cuando se comete alguna violación en contra de una mujer; la inmoral no solo puede se lo anterior sino que también puede estar presente en la mesa a la hora de comer. (Savater, 1996, 100).
Lo que se agazapa en toda esa obsesión sobre la «inmoralidad» sexual no es ni más ni menos que uno de los más viejos temores sociales del hombre: el miedo al placer. Y como el placer sexual destaca entre los más intensos y vivos que pueden sentirse, por eso se ve rodeado de tan enfáticos recelos cautelas. El placer nos distrae a veces más de la cuenta, cosa que puede resultarnos fatal. Por eso los placeres se han visto siempre acosados por tabúes y restricciones, cuidadosamente racionados, permitidos sólo en ciertas fechas, etc.: se trata de precauciones sociales (que a veces perduran aun cuando ya no hacen falta) para que nadie se distraiga demasiado del peligro de vivir. (Savater, 1996, 101).
La diferencia entre el «uso» y el «abuso» es precisamente ésa: cuando usas un placer, enriqueces tu vida y no sólo el placer sino que la vida misma te gusta cada vez más; es señal de que estás abusando el notar que el placer te va empobreciendo la vida y que ya no te interesa la vida sino sólo ese particular placer. O sea que el placer ya no es un ingrediente agradable de la plenitud de la vida, sino un refugio para escapar de la vida, para esconderte de ella y calumniarla mejor... Esta claro que hay una gran diferencia entre el uso y el abuso del placer. Si abusamos de un placer que es bueno lo podemos convertir en malo si dependemos ampliamente de él hay que disfrutar de los placeres pero sin abusar de ellos ya que entonces pueden llegar a ser peligrosos. (Savater, 1996, 105). Se piensa en el sexo como una cosa obscena e inmoral, pero debemos saber que no es así, que es algo natural y que no debemos tener pudor al hablar de ello.
CAPITULO IX
Elecciones Generales
Cuando leí el titulo de este capitulo, pensé que hablaría sobre políticos que debería estar en la cárcel, o sobre los políticos que son demagogos; pero no, habla sobre la característica que tendía el pueblo en general. En este capitulo, al igual que el anterior, Savater nos habla sobre un tema muy diferente, nos habla sobre los políticos. La ética es para intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender elocuentemente al vecino; y lo único seguro que sabe la ética es que el vecino, tú, yo y los demás estamos todos hechos artesanalmente, de uno en uno, con amorosa diferencia. (Savater, 1996, 111). ¿Por qué tienen tan mala fama los políticos? En una democracia los políticos somos todos, directamente o por representación de otros. Ellos ocupan lugares especialmente visibles en la sociedad y también privilegiados, tienen mas ocasiones de incurrir en pequeños o grandes abusos que la mayoría de los ciudadanos de a pie. El echo de ser conocidos o envidiados, e incluso temidos tampoco contribuye a que sean tratados con ecuanimidad (significado de la ecuanimidad es una poderosa energía de precisión, cordura, armonía y equilibrio). Las sociedades igualitarias, es decir, democráticas, son muy poco caritativas con quienes escapan a la media por encima O por abajo: al que sobresale, apetece apedrearle, al que se va al fondo, se le pisa sin remordimiento. Por otra parte, los políticos suelen estar dispuestos a hacer más promesas de las que sabrían o querrían cumplir. Su clientela se lo exige (quien no exagera las posibilidades del futuro ante sus electores y no hace mayor énfasis en las dificultades que en las ilusiones, pronto se queda solo. La única política que nos puede favorecer es una política que nos trate a todos por igual, que no pisotee a los que están abajo y destruya por envidia a los que están arriba, que se asocie a lo poco bueno y no a lo mucho malo. (Savater, 1996, 113).
La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene. Como nadie vive aislado (ya te he hablado de que tratar a nuestros semejantes humanamente es la base de la buena vida), cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política. La ética y la política están relacionadas con la libertad, pero de una manera diferente ya que la Ética plantea la libertad individualmente pero a todos y la política establece la libertad pero de una manera general y a través de actividades que son necesarias para que la política funcione. Entonces se establece que la política debe de respetar la libertad de la sociedad incluyendo las características de esta como un algo que hace que la civilización funcione (Savater, 1996, 114).
La ética no puede esperar a la política. No hagas caso de quienes te digan que el mundo es políticamente invivible, que está peor que nunca, que nadie puede pretender llevar una buena vida (éticamente hablando) en una situación tan injusta, violenta y aberrante como la que vivimos. Eso mismo se ha asegurado en todas las épocas y con razón, porque las sociedades humanas nunca han sido nada «del otro mundo», como suele decirse, siempre han sido cosa de este mundo y por tanto llenas de defectos, de abusos, de crímenes. Pero en todas las épocas ha habido personas capaces de vivir bien o por lo menos empeñadas en intentar vivir bien. Cuando podían, colaboraban en mejorar la sociedad en la que les había tocado desenvolverse; si eso no les era posible, por lo menos no la empeoraban, lo cual la mayoría de las veces no es poco. Todos deberíamos ser más solidarios respecto al mundo entero, que no se gastaran tanto dinero en armas que solo sirven para destrozar el mundo y las gasten para favorecerlo y que no andemos de huevones (Savater, 1996, 115).
¿Cómo será la organización política preferible, aquella que hay que esforzarse por conseguir y defender?
a) Como todo el proyecto ético parte de la libertad, sin la cual no hay vida buena que valga, el sistema político deseable tendrá que respetar al máximo las facetas públicas de la libertad humana: la libertad de reunirse o de separarse de otros, la de expresar las opiniones y la de inventar belleza o ciencia, la de trabajar de acuerdo con la propia vocación o interés, la de intervenir en los asuntos públicos, la de trasladarse o instalarse en un lugar, la libertad de elegir los propios goces de cuerpo y de alma, etc. (Savater, 1996, 117)
b) Se trata de aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen de otro. A esta virtud se le llama justicia y no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza si no hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como a juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc. (Savater, 1996, 118)
c) La experiencia de la vida nos revela en carne propia, incluso a los más afortunados, la realidad del sufrimiento. Una comunidad política deseable tiene que garantizar dentro de lo posible la asistencia comunitaria a los que sufren y la ayuda a los que por cualquier razón menos pueden ayudarse a sí mismos. Las desdichas nos ponen en manos de los demás y aumentan el poder colectivo sobre el individuo: es muy importante esforzarse porque ese poder no se emplee más que para remediar carencias y debilidades (Savater, 1996, 119).
Ya que todos estamos unidos por la comunicación porque no hacer un esfuerzo común para ayudar a los demás y en especial a nosotros mismos. Se establece que tratemos a las personas como personas practicando lo que podemos definir como justicia, la cual podría decir que es la que nos limita un poco la libertad, por lo que finalmente dice que la política establece parte de la libertad (limita a esta) que se supone podría tener el hombre.
La democracia moderna ha intentado a lo largo de los dos últimos siglos establecer esas exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política: son los llamados derechos humanos cuya lista todavía es hoy, para nuestra vergüenza colectiva, un catálogo de buenos propósitos más que de logros efectivos. Ya que nadie esta dispuesto a hacer un gran cambio, las razones, son muchas, como por ejemplo que todo se lo dejamos a las personas que claramente no son capaces de hacer algo, en este caso son los políticos. Y nosotros somos los responsables de nuestra desgracia, por no hacer nada. (Savater, 1996, 120)


Creditos:
Dave Mustaine


Leer más: http://www.monografias.com/trabajos83/etica-amador-opinion-y-resumen/etica-amador-opinion-y-resumen.shtml#ixzz4Ne3TfoTN

viernes, 29 de mayo de 2015

El Poder de la Palabra






El Poder de la Palabra


   Con mucha frecuencia en nuestras familias, hogares o nosotros mismos, subestimamos el poder que tienen las palabras en la vida de las personas. Con palabras construimos o destruimos, con palabras enamoramos o ganamos enemigos, todo va a depender del uso que les demos y de la conciencia que poseamos a la hora de ponerlas en práctica.
   Hay muchos aspectos que podemos tomar en cuenta a la hora de analizar el poder de las palabras. Por ejemplo, si es escrita; existe el aspecto morfológico, que tiene que ver con la forma de las palabras. En el lenguaje hablado existe la fonética, que es relativo a la pronunciación de las palabras, a cómo suenan estas.
   Esta vez nuestro interés es hacer énfasis en el poder la palabra en nuestro día a día, sea nuestra condición socioeconómica, de altos, medianos o bajos recursos. Aunque el óptimo uso de nuestro idioma, puede estar ligado al aspecto socioeconómico, por cuanto quién mejores recursos posea, mayores oportunidades tendrá de aprender a usar las palabras de manera correcta, no es una condición obligatoria. Hay infinidades de personas de sectores populares que hablan y escriben perfectamente, igualmente los hay al contrario; con muchos recursos y poca calidad.
  Hoy quisiéramos analizar la capacidad espiritual de esas palabras, de ese conjunto de letras que cobran un sentido. Con palabras, Jesús el gran Maestro del Cristianismo, nos legó las mejores enseñanzas, lecciones para una mejor vida, cómo por citar alguna “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Hay muchísimos ejemplos más. Nuestros primeros afectos, los expresamos con palabras, unas de las primeras palabras más comunes hoy en día, “mamá” o “papá”, como verán desde el principio este conjunto de letras, va ligado a los afectos.
    Hay personas que son amorosas, que con una palabra te alegran el día, son seres que van dejando su afecto por donde pasan, y ese afecto se expresa con palabras. Hay seres humanos muy duras al usar el lenguaje, algunos son capaces de humillar y dejar huellas imborrables, cicatrices hechas con palabras mal usadas.
   Ciertos políticos acceden al poder enamorando a las masas con palabras perfectamente dichas, palabras estudiadas para crear un efecto, y dichas con poder de convencimiento, son los encantadores de serpientes, como lo fueron el malvado Adolf Hitler o su homólogo criollo Hugo Chávez -salvando las distancias-. Encantaron con palabras, destruyeron con hechos.
   Las palabras por sí solas, no son buenas ni malas, nosotros sus usuarios les damos el matiz, sea positivo o negativo. La invitación es a usar las palabras con responsabilidad, sea lo que sea que estemos llevando a cabo, desde pedir un “cafecito”, siempre hay que hacerlo con un tono agradable, sin olvidar el por favor y gracias. De igual manera si estamos formando a nuestros hijos, tratemos de buscar las palabras correctas, no vaya a ser que por querer ayudarlos con un consejo, le soltemos una palabra que le hiera y nuestro consejo cree el efecto contrario.
   Nuestro idioma es hermoso, tanto en su forma como en su fondo, usémoslo con la responsabilidad del caso y con el debido respeto a nuestros semejantes. Que Dios les Bendiga hoy y siempre.




viernes, 22 de mayo de 2015

Desiderata


DESIDERATA
(Interpretada por Jorge Lavat)

Camina placido entre el ruido y la prisa; y piensa en la paz
Que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones
Con todas las personas.

Enuncia tu verdad de una manera serena y clara;
Y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante,
También ellos tienen su propia historia.

Esquiva a las personas ruidosas y agresivas,
Ya que son un fastidio para el espíritu.
Si te comparas con los demás te volverás vano y amargado;
Pues siempre habrá personas mas grandes y mas pequeñas que tú.

(You are a child of the universe no less than the trees and the stars; 
you have a right to be here)

Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes;
Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea;
Ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.

Sé cauto en tus negocios, pues el mundo esta lleno de engaños;
Más no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe;
Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales;
La vida esta llena de heroísmo.

Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto,
Y no seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces
Y desengaños es perenne como la hierba.

Acata dócilmente el consejo de los años,
Abandonando con donaire las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu para que te proteja
En las adversidades repentinas.

Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina, sé benigno contigo mismo.

(You are a child of the universe
no less than the trees and the stars;
you have a right to be here.
And whether or not it is clear to you,
no doubt the universe is unfolding as it should.)

Tú eres una criatura del universo;
No menos que las plantas y las estrellas,
Tienes derecho a existir, y sea que te resulte claro o no,
Indudablemente el universo marcha como debiera.

Por eso debes estar en paz con Dios, cualquier que sea tu idea de Él;
Y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones
Conserva la paz con tu alma; en la bulliciosa confusión de la vida.
Aun con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos
El mundo es todavía hermoso; sé cauto, esfuérzate por ser feliz.

(You are a child of the universe no less than the trees and the stars; 
you have a right to be here)


lunes, 4 de mayo de 2015

Todo a Pulmón



Que difícil se me hace, 
mantenerme en este viaje 
sin saber a donde voy en realidad. 
Si es de ida o de vuelta, 
si el furgón es la primera, 
si volver es una forma de llegar. 

Que difícil se me hace, 
cargar todo este equipaje, 
se hace dura la subida al caminar. 
Esta realidad tirana 
que se ríe a carcajadas, 
porque espera que me canse 
de buscar. 

Cada gota, cada idea, 
cada paso en mi carrera 
y la estrofa de mi última canción. 
Cada fecha postergada, 
la salida y la llegada, 
y el oxígeno de mi respiración, 
y todo a pulmón, todo a pulmón. 

Que difícil se me hace, 
mantenerme con coraje, 
lejos de la tranza 
y la prostitución. 
Defender mi ideología 
buena o mala, pero mía, 
tan humana como la 
contradicción. 

Que difícil se me hace, 
seguir pagando el peaje 
de esta ruta de locura 
y ambición. 
Un amigo en la carrera, 
una luz y una escalera 
y la fuerza de hacer todo 
a pulmón. 

Cada gota, cada idea, 
cada paso en mi carrera 
y la estrofa de mi última canción 

Cada fecha postergada 
la salida y la llegada 
y el oxígeno de mi respiración 
y todo a pulmón, todo a pulmón



jueves, 19 de marzo de 2015



¿Para qué estoy en la tierra?

Muchas veces como orientador universitario me ha tocado canalizar esta pregunta ante un joven estudiante.  Déjeme decirle que si usted se ha hecho esta pregunta alguna o varias veces en su vida, no está loco; al contrario, va por buen camino. Muchas personas se asustan ante este tipo de interrogantes de vida, piensan que es muy compleja. Muchas otras –la mayoría- , nunca o pocas veces se lo ha preguntado. 
El autor Rick Warren -pastor evangélico- en su obra “Una Vida con Propósito”, plantea la búsqueda de esta misión en términos muy sencillos y prácticos, siempre de la mano de las enseñanzas de  Jesús de Nazareth. Ahora bien, estimado lector, tratemos de abordar este tema sin prejuicios religiosos, particularmente nací, me crié y vivo bajo los preceptos católicos, pero eso no me impide entender que si creo en Dios, en un ser supremo, debe ser de todos y para todos.
“Dios no tiene religión” afirmó una vez ese gran Maestro como lo fue y sigue siendo Mahatma Ghandi. De tal modo que el tema del que les escribo, es válido para todas las personas, incluso para los que se dicen ateos.  Entender el propósito de nuestra vida nos va a ayudar a vivir mejor, a querer más al prójimo, a querernos y cuidarnos. ¿Cuál creen ustedes que pueda ser la misión de vida de un médico? ¿De un abogado? O ¿del valioso chofer de busetas? Cada uno ha venido a la tierra a aportar algo, cada quien en su ámbito, en su área de competencia.
No podemos ser buenos en todo, habrá algo –o muchas cosas- que no nos salga bien. En mi caso particular, nunca se me han dado las matemáticas, sin embargo hice el esfuerzo y salí de ellas cuando fue necesario. Las personas nos complementamos, muchos de los que me leen deben ser grandes matemáticos, otros serán buenos mecánicos, algunos otros grandes oradores. ¿Qué nos diferencia? Nada. Somos iguales ante Dios y ante los hombres. La única diferencia marcada va a ser el cariño que le pongamos a lo que hacemos.
Todo lo que hagamos para ayudar al prójimo es justo y va enmarcado en nuestra misión de vida. Hay algunas grandes líneas bajo las que debemos regirnos, esas líneas están enmarcadas en los valores morales: la responsabilidad, la honestidad, la sinceridad o el amor que es un sentimiento. Todo lo que hagamos con amor y dentro de la moral ciudadana será parte de nuestra misión de vida y con ellos agradaremos al Señor, nuestro Dios.
Amigo lector, Dios le seleccionó para ser el mejor carpintero, panadero, pescador, cocinero, tallador, barrendero, basurero, frutero, verdulero, confitero, jardinero, herrero, electricista, vendedor, plomero, lavaplatos, encuadernador, salvavidas, telefonista, chofer, colector, maquinista, mecánico, iluminador, peluquero, hojalatero, taquillero, kiosquero, bicicletero, portero, costurera, heladero, pizzero, mesonero, modista, camarera, o niñera del mundo.
Quizás el mejor médico, abogado, arquitecto, ingeniero, químico, profesor, maestro, farmacéutico, biólogo, astrónomo, cardiólogo, veterinario, radiólogo, traumatólogo, pediatra,  juez, fiscal, piloto de avión, patólogo geógrafo, astronauta, físico, arqueólogo, antropólogo, artista, escultor, actor, secretaria ejecutiva, director de orquesta, músico, periodista, locutor, orfebre, nutricionista, gimnasta, geólogo, agrónomo, topógrafo, pianista, violinista, tenor, barítono, soprano, director de cine, gerente, contador o administrador de empresas sobre la faz de la tierra.
Sólo resta que usted haga su parte. Que Dios les bendiga. Amén