domingo, 12 de junio de 2011




¿De qué manera la ética de cada docente define su práctica educativa?


En mi adolescencia tuve el privilegio de pertenecer al equipo de pesistas olímpicos de mi Estado a quien represente en muchas oportunidades, conté con un entrenador muy destacado, que había pertenecido a la selección nacional, logrando algunas preseas en campeonatos internacionales, él era un hombre amigable, sencillo, exigente, nos trataba como sus hijos, y todos sus atletas incluyéndome le teníamos en gran estima, de hecho queríamos imitar sus hazañas y logros, a pesar de su edad (cercana a los 50 años) y que nunca le observé entrenar, en varías oportunidades le vi tomar la pesa con más de 150 kg y levantarla magistralmente, demostrándonos la técnica adecuada y alentándonos a superarlo.

En una oportunidad mientras caminaba por la cuadra de mi barrio, me encontré con mi entrenador en las puertas de un bar, en una mano tenía una botella de cerveza y en la otra un cigarrillo, nunca hasta ese momento le había visto así, a mi mente vinieron también sus consejos de mantenernos lejos de los vicios, “si deseas ser un destacado deportista no debes fumar ni beber” eran sus palabras.

Mi entrenador debe haber percibido mi consternación, porque sin mediar otra palabra, de sus labios con aliento a cerveza y cigarrillo, emanó la siguiente declaración: “Haz lo que yo te digo, pero no lo que yo hago”, para un adolescente de 15 años era difícil asimilar todo aquello, yo quería ser como mi entrenador, consiente o inconscientemente imitaba su expresiones, imitaba su forma de hablar, imitaba su forma de caminar (de un verdadero pesista creía yo) de lunes a viernes desde los 13 años de edad, tenía al gimnasio como mi segunda casa, cuatro horas de entrenamiento y en vacaciones entrenaba doble, pasaba más tiempo con el entrenador que con mi padre, de hecho tenía un mejor nivel de comunicación con él que con mis padres.

Ahora observo hacia atrás y puedo mirar retrospectivamente y llegar a las siguientes conclusiones:

1. Como formadores, educadores o entrenadores, nuestra influencia no se limita solo a lo que podemos decir, expresar, alentar con nuestras palabras, nuestra influencia va más allá de nuestras palabras y muchas veces desconocemos su alcance o efecto en la vida de muchos.

2. Tienen mayor efecto sobre la vida del educando o de la persona que estamos formando, lo que hacemos, nuestros actos, nuestra forma de vivir, que todo el cumulo de palabras expresadas.

3. Debemos de ser consecuentes con lo que decimos, nuestro predicar debe estar acompañado de nuestro accionar, A la edad de 17 años asistí a una charla de salud en mi ciudad y durante dos horas el exponente se esforzó por dar a conocer el daño que producen algunos alimentos refinados y de manera especial el uso de las gaseosas (Pepsi Cola, Coca cola y otros) y su efecto en nuestro organismo, salí de allí convencido de mejorar mis hábitos alimenticios; semanas más tarde me encontré al exponente en una tienda, él no me conocía, ni siquiera sabía que yo había participado de su ponencia, lo vi tomar un refresco (Coca cola) y calmar su “sed”, Lamentablemente no vivía lo que enseñaba. Ahora, ¿cómo podía creer en sus enseñanzas? Él mismo no lo creía, no las practicaba, y no era un mal exponente ya que movió a un joven de 17 años a cambiar sus hábitos en cuanto a la alimentación, ciertamente no enseñaba una mentira, era real lo que enseñó, pero, que triste situación enseñar algo que tú no vives.

4. En la enseñanza no podemos desligar lo que somos de lo que enseñamos, porque realmente enseñamos lo que somos, mi entrenador se esforzó para que su manera de vivir no afectara a sus atletas, pero lamentablemente no fue así, la mayoría de los atletas incluyéndome al concluir una competencia, consumíamos cerveza, porque nuestro entrenador era nuestro máximo ejemplo. No valieron tanto sus palabras, sino su ejemplo.

5. Enseñar no solo es cuestión de “técnicas pedagógicas, adquiridas memorísticamente o mecánicamente y aplicadas esquemáticamente”, la enseñanza va más allá de su teoría y técnica, “Haz lo que yo te digo” la enseñanza es una actividad integral. No está desvinculada de la vida del Maestro.

6. Alguien expresó que el mejor camino de la enseñanza es la del ejemplo: “Ejemplo os he dado para que como yo he hecho ustedes también lo hagan”. El maestro no delinquiendo, no formará delincuentes. “Las palabras mueven pero los ejemplos arrastran”.

El docente es un creador, y de acuerdo a la ética que refleje cada docente será el resultado en su práctica educativa.


Colaboración de:

Pr. Ney Devis
Director Servicios Estudiantiles
Instituto Universitario Adventista de Venezuela
58-4166513258
devisney@gmail.com
http://devisney.jimdo.com/
www.facebook.com/devisney
@devisney

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